viernes, 10 de agosto de 2007

Te van a sonreir, hijo mío

… a los desalentados

Mas no hay ninguno... ni uno solo,
totalmente desvinculado de la vida.
Ninguno a quien haya que aborrecerlo
por completo, nadie absolutamente mánico.

Ninguno que en depresión se sostenga
por siempre. Te van a sonreir, hijo
de los desalientos; te van a abrir los ojos
cuando menos lo esperas.

El amor puede provenir de un perro.
De un gorgojo. De un arroyo.

Una llovizna dulce puede enseñarte
el mundo. Una voz de niño,
una sonrisa con el poder más dulce
puede acariciarte y sacarte de la ilusión
del desamparo y la prisión de la culpa
y la desesperanza.

Del libro Tantralia


http://www.letrasyartes.com/casadelpoeta/dzur.htm
En Casa del Poeta Peruano

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