viernes, 10 de agosto de 2007

El gusano y la calabacera

¿Y no tendré yo piedad de Níniva, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos abnimales?: Jonás: 4:11


En la existencia, la calabacera existe
y ampara con su sombra la fe
que se estremece y la angustia
que se aferra del abismo y se colapsa.

¿Quién hay que vea que su certidumbre
oscila y con voz de inconstancia
y vanidades ilusorias, diga: «¡Es el fin!
¡Se acabó la misericordia!» ¡Todo!

Entonces es que sospechas, necio,
que es mejor la muerte que la vida.
No se explica que venga el gusano
justo antes del alba y que,
en la breve noche humana,
hiera el amparo, destruya el reposo.

No se explica el recio viento solano
que asalta la calabacera y produce el desmayo.
La existencia con sol y viento humillan.
Con el súbito cambio, se exhíben los enojos.

2.


Ahora sí, hijo de Amitai, poeta rebelde, profeta
de mis ideogramas, dáte a negar mis negaciones.
Tardo soy para herir con el gusano
lo que mitiga la miseria del mundo, veloz soy
para hacer que te tiren al mar los temerosos,
próvido soy para que sobrevivas
y lites tu canto cuando la fe revienta…

Arroja mi mandato de justicia, si corroído está,
porque en Nínive se congela y en el Sé-del-Uno
salpica, con vapor de esquema
y vanagloria de charlas dispersantes.

No surgirán actos absolutos de tu fe
ni tu propia negación, desobediencia.
No se abole el azar ni se anula el absurdo
con lo que brindas, piedra de arena,
castillo ventisquero de epistemas.

3.


La experiencia de la 'otredad' es, aquí mismo, la 'otra vida': Octavio Paz


Pero, Jonás, hacia un lugar común, con gramática parda,
te apartaste de mi vida concreta. Olvidaste mi presencialidad,
mi don de Vida-Muerte, mi unidad en lo Oculto, mi dialéctica.
Olvidaste lo Tardo y lo Expedito de mi Enojo y Mi Gracia.

No surge el Universo de la Nada.
Soy el Universo que doy Vida, aún tu vida
oscurecida, frágil como el hilo más fino
de la enramada cósmica. No obstante, aún te llamo Mío.

No te quito la fe ni retiro la existencia que te dí.
Soy la Otredad que siempre llama
y, aquí desde el fondo de mi pez, te vomito.
E insisto: Regresa a Nínive.
En mi nombre, haz que nazcan más calabaceras.

4.


¿Tuvíste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hicíste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció?: Jonás: 4: 10


¿Que es mejor la muerte que la vida?
¿De ese modo me aplacas, me enajenas
me reduces, me predeterminas?
¿Y qué sabes tú, hijo de Amitai y su alquimia fracasada?

¿Qué acerca de Quién te cosechó con feroces algoritmos,
qué sobre Quién hizo Tu Calabacera en una madrugada?
... para que reposaras en la sombra durante la tarde
del Sol inclemente... ¿Qué sabes del Gusano que hiere
y que seca lo vivo y duele más que el Viento Solano?

Bien que desconoces las condiciones de tu origen
y mi singularidad demoledora; pero te elegí, desde el día
de la angustia y consolaré tus vocablos extenuados
haciéndote del mismo mundo tu refugio.

De medianías y nivelaciones nefastas, chapuceras,
no quiero tus salmos, como recuperaciones. Como leyes
de regularidad no admitiré, malas medidas de miopía,
impuros fantasmas de olvido.

4-19-1979 / Del libro Heideggerianas / 3

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