martes, 14 de agosto de 2007
Los vendidos consagrados
Bendita boca tiene el que lee de los prompters.
El que tiene ojitos verdes, charisma de labios,
y es blanco y se encobarta, y su voz modulada
valida las intensidades gratas,
confianza de quien escucha,
credibilidad por lo que dice aunque sea
el Día del Inocente y del Santo Disparate.
Quien no ofende a Dios ni al Diablo,
al noticierista se parece, con multinacionales
de la comunicación conserva sus colmillos.
Atemporal emisario en medio de este mundo
será: por cuanto el mundo es...
cruel, brutal, impiadoso, corrupto,
manglar que apesta por mundano,
hervor que hierve con pánico del Hades.
Santificados los exorcistas de la tele
que todo lo respaldan con el vídeo y estadísticas
que tienen para todo aún para el sinsentido
de los dizque prudentes y lo inhumano
de las divas divinas y los niños inocentes.
Santificada sea la libre expresión.
Ellos globalizan el misterio del poder
y ponen lo cercano distante y lo lejano
tan próximo, a la mano; ellos calman el temor,
espantan la muerte, nos reposan, nos llenan
de la adicción de oírlos. Piensan por nosotros.
Y nos consuelan, porque ya…
no sabemos pensar ni consolarnos...
De Yo soy la muerte / Meditaciones sobre el hijo de Seth
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