Más que constante presencialidad es el hombre
y yo soy uno. Uno con las venas abiertas en el mundo.
Uno en la pregunta de si conozco ya lo conocido
o me queda un quehacer que no se agota.
Sin embargo, en la omniabarcadora unicidad
de la existencia, es que me pierdo. Sufro.
Es un olfato lo que me salva a veces;
es mi «logía», mi tesoro en lo oculto.
En la red de una ballena oscura, la historia
me tragó; sin elección estoy en el vientre del barro,
en la vagina del fáctico naufragio, en el mundo «en sí»
que me reprime, me esconde. Es el Verfallen.
¿Qué voy a hacer ahora si he caído?
¿Cómo diablos es que podré levantarme?
¡Ay, Jonás!, ¿qué tienes a la mano?
¿qué entes manejables por seres manejados?
Un ente que habla soy: Jonás que se anticipa
a verse oculto, Jonás, en la existencialidad y la caída.
2.
Ningún escondite queda que me satisfaga.
El pasado se diluyó en la arena. No puedo corregirlo
ni por las zorras que amo. El dolor hirió más que suficiente.
A la angustia de su causa, ¿quién la condena?
De aquí salgo, pues me queda el presente
y la muerte que se asoma a grandes pasos.
El naufragio es tedio; la presencia es logía
y proyecto; el cuidarse, torturante, es angustia.
Entonces, ¿qué es lo trascendente?
si no hay moral a priori, si no hay más que la muerte
y la promesa, el futuro, el aprendizaje militante
de sacar los muertos placeres de lo Oscuro,
¿has de ser mi dialéctica?
3.
Dialéctica, la necesidad me dio voz de consuelo,
hálito de espasmo, alta tensión de muta,
como jauría que se enfurece, rivalizando
ese infinito fantasmal venido a menos.
Me sospecho en das Momentum,
irrupción preciosa de la ira, apofánsis de ser
en alba imperiosa de reencuentro.
Seré en la realidad coherentemente.
Ser así, ser ahí: donde sólo es posible lo real,
personal, objetivo, objetivado.
Al fin, lo concreto es mío. Y domeña
el fruto de la tristeza-necesidad-deseo.
Soy, no porque soy cosificado, contenido,
junto a algo, soy en el sentido de los modos
en que todo se destruye, se amenaza, se encubre.
Soy, en cuanto dolor, mi ser finito, mi echada.
... Mas díme, para los días oscuros de mi fenomenología
antes de la dialéctica, cuando sea yo quien me enfrente
a la exclusión del sentimiento y de la fantasía,
a la intencionalidad trunca, a los encubrimientos,
¿qué haré con ente en cuanto está
con su ratio essendi, tan mordido,
e inertes mis instintos, por la razón cognoscente?
¿Qué haré cuando sea mera aparición y me aprese
el que sólo quiere al ente manipulado y oculto
más allá del ser-así real y mi síntesis de imagen,
más allá de los sujetos, más allá del proceso
del espíritu, vinculado al espacio, autoconstituído,
temporal, inespacial cuando conviene, kármico?
Del libro Heideggerianas
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