martes, 14 de agosto de 2007

La casa cerrada


La casa fue cerrada. Hoy se ignora
si tuvo puertas y ventanas. Está hechizada
por una cotidiana pérdida de soles y vivencias.
Las veredas oscuras son jardines marchitos.

Ser-en el mundo deyecto
con el corazón oculto a sí, da ganas
de volver sobre los pasos
y dejar el decadente sueño divertido,
ya especulado en muchedumbre
y aplaudido por esas luces fatuas,
las ideologías.

Ganas dan, sí, de irse y ya no-siendo,
dejar la casa que vela el desamparo
y volver, miserable y desnudo como fuimos,
animales de bellota, brutos, tontos, al destino
de culebra y la alambrada
y al polvo del desierto.

5-7-1974 / De Heideggerianas / Se llamaba Federico

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