El lugar de la verdad no es el juicio: Martin Heidegger
Bendita sea la zorra-madre que me parió
y la cautela zorreada que me salva.
Del pantano nutricio me dio su lenguaje.
De sus pisadas de vulpeja, sus verdades
y pezuñas; arcilla de lícuos pezones,
fue mi sustento hasta que mordí
al crecer, pan de mi soluto.
A su gruta en el desfiladero,
su cueva entre malezas, llamé mi casa;
al olor de su pelambre, mi refugio.
Bendito sea el ser salvaje
que me da naturaleza.
Echado en ser mundano me porfío,
me descubro aún lamido por sus besos
y por su lenguaje doy mis alaridos vivamente.
La bicha que me lacta con rugidos me cuida.
Con zarpacillos sin dolama me reprende
según crezco.
Grande como el cosmos es la dependencia
nutricia y lo que la madre instruye
por su hallazgo: Dasein
es la posibilidad junto al peligro.
Esta verdad es cimera como cumbre.
Grande porque no cabe en el juicio
y porque la dice la zorra de mis días:
madre-vida-en su totalidad.
3-2-1976 / Tantralia 1
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